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lunes, 22 de febrero de 2016

SUCEDEN COSAS RARAS. Francisco Pasco.






SUCEDEN COSAS RARAS.
En un viernes como a las 8.00 de la noche, estaba trabajando, con unos compañeros que venían de Oaxaca.
Les dije que nos viéramos el sábado para terminar, me dijeron que tenían que regresar el sábado en la mañana, que les "echará la mano" y así lo hice.
Terminamos como a las 22.30, otro compañero de oficina que estaba con otros, me pidió que lo esperara, que también ya estaba por terminar.
Al finalizar nos despedimos de ellos, y se fueron; el se fue al baño y yo me dedique a apagar las luces, y revisar que nada estuviera "enchufado".
Como se tardó un poco, encendí un cigarro y me senté en mi escritorio que daba a la puerta, cuando llegó le comentè que ya era muy tarde, que se diera prisa.
Una vez en la puerta le dije: ¿ya tienes todo?, ya voy a cerrar con seguro y no traigo llave, le dijè esto otra vez, me contestó que sí, la puerta daba directamente a las escaleras, cerré y me cerciorè que estuviera bien cerrada.
Al bajar el primer escalón, escuchamos pasos y volteamos, la puerta era mitad metal y la parte de arriba de vidrio opaco, entonces vimos un brazo blanco, por dentro, moviendo la perilla muy fuerte.
Ya dejamos a alguien adentro, me dijo, le contestè que no, que yo mismo había revisado todo y no había nadie, además por dentro la puerta se podía abrir.
Se espantó mucho, se bajó rápido, cuando lo alcancè, le dije vamos por los vigilantes para que nos abran y a ver que es.
No quiso, al despedirnos le pedí que no contara nada, porque nos iban a vacilar.
El lunes cuando lleguè a la oficina el jefe me dijo que lo viera, me preguntò que había pasado el viernes.
Le comenté del trabajo, no, me dijo eso no, lo que les paso; me reí y comente: ya vino Rufis de chismoso, se puso serio y me enseñò una botella de agua bendita, y me dijo: es que aquí, pasan cosas raras, después corté la conversación.

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