OCTUBRE DE 1997.
Como la gran mayoría de las historias aterradoras, esta comenzó como un día normal, Abraham y yo acostumbrábamos pasar las tardes en la cochera de mi hogar, ubicado en la colonia Miguel Hidalgo en la delegación Tláhuac, muy cercano a lo que hoy es el espacio recreativo conocido como Bosque de Tláhuac.
Para quienes lo conocen he de decirles que no siempre fue un lugar pintoresco ni ordenado, aquel predio pasó de ser un terreno de siembra con todo y lo salitroso de su suelo, a ser un intento de espacio ecológico, pero la mala organización gubernamental de aquel entonces, ocasionó que las obras de construcción, con miras a convertirlo en lo que es ahora, fallaran y ante la carencia de presupuesto, terminaran dejándolo en el abandono.
Aquel sitio, era entonces un lugar sombrío, lleno de basura, con unas especies de cabañas semidestruidas, carente de iluminación, con grandes matorrales que envolvían parcialmente los andadores por los cuales se llegaba a un lago artificial, abandonado a su suerte a media construcción.
Recuerdo que una tarde de ese mes en particular, mi amigo Abraham llegó a mi casa, después de haber estado en un convivio de su escuela, la verdad, parte de lo sucedido ahí ya no está muy claro en mi mente, pues hay ciertas cosas que uno preferiría sepultar en los abismos más recónditos de la memoria.
Lo relevante aquella tarde fue que en el convivio una compañera le había obsequiado un dije cuya forma era la de una figura demoniaca, en pocas palabras, la efigie del ser más obscuro de todos, y debo decir que era sobresaliente lo esmerado de los detalles de aquella figura.
Dotado de una cornamenta, característica básica de los seres del inframundo, una expresión más que perturbadora en su rostro, el cual reflejaba odio e ironía siniestra a un tiempo y por supuesto, no podían faltar el tridente y la cola bifurcada que se enredaba en las patas de cabrío de aquel dije, eran como tres centímetros de maldad pura fundida en plata de ley.
Aquí debo decir que mi padre me dio una educación basada en el ateísmo y el escepticismo acerca de las cosas que no pertenecen a este plano, pero mi madre, de extracción católica y apegada a las creencias que me inculcó, supo que esa figura diabólica, no causaría otra cosa que problemas, así que de inmediato hizo que Abraham y yo entráramos a la casa, y le advirtió a mi amigo del peligro que acarrea tener una figura diabólica cerca del pecho.
Nosotros nos encontrábamos en plena adolescencia, y con los afanes propios de esa edad, nos sentíamos con las agallas necesarias para desafiar toda clase de cosas, incluyendo a aquellas que no alcanzábamos a entender.
De tal suerte que mi amigo, decidió conservar consigo este macabro regalo.
Durante los primeros días no sucedió algo que fuera relevante, todo parecía ir en calma, sin mayores novedades, sin embargo al final del sexto día comenzaron a pasar toda clase de cosas extrañas y terribles en la vida de mi amigo.
Lo primero que sucedió fue el hecho de que todos quienes acostumbraban a juntarse con él, lo fueron dejando solo, como si estuviera hecho de radiación.
Después las cosas se pusieron un poco más intensas, pues la novia que tenía en aquel entonces, cuya relación había sido una de las más estables, lo abandonó sin mayores motivos, incluso sin una explicación.
En el mismo día sufrió un asalto, donde además de ser robado fue brutalmente golpeado, y los ladrones optaron por despojarlo de todo: celular, cartera con su sueldo, disc-man,, lentes incluso su hebilla vaquera que era costosa, pero en ningún momento optaron por llevarse aquel dije que portaba con el.
Por la noche, las cosas se pusieron mucho peor, pues no podía conciliar el sueño, ya que aquel ente que había entrado a su vida también le había acarreado múltiples problemas con su familia.
Así, que recordando aquello que mi mamá le había dicho, se quitó el dije del cuello y lo tiró a la taza del baño, para después, jalar la palanca del desagüe.
Pensó que eso era todo, que aquella cosa maligna se iría llevándose todo lo malo que había traído consigo, de esa manera lo vio irse por la tubería, aquel ente infernal ya no sería un problema por lo cual entonces decidió volver a la cama.
Sobra decir que no logró conciliar bien el sueño, pues comenzó a tener pesadillas de toda índole, sueños terroríficos en los que su familia y amigos, eran brutalmente asesinados, decapitados, y desollados.
También soñó toda clase de personas descarnadas siendo devoradas por alimañas, otros con la piel arrancada de sus cuerpos, también con animales en estado de putrefacción que lo sepultaban en una montaña de materia descompuesta y pequeños fetos poseedores de afilados colmillos, que amenazaban con morderle el cuello y trataban de estrangularlo ...
Pero lo realmente aterrador fue despertar en la mañana solo para darse cuenta de que aquel dije demoniaco, nuevamente estaba ceñido a su cuello.....
HAY QUE ACTUAR.... PERO YA....
Abraham había abierto la puerta de una fuerza obscura mayor a su entendimiento y ahora estaba pagando las consecuencias, en ese mismo día tuvo tres intentos fallidos de deshacerse del dije, intentó aplastarlo con un martillo pero el golpe no le hizo ni el menor daño, lo tiró a la basura y unos minutos después volvió a aparecer en el bolsillo de uno de sus pantalones, esa cosa, simplemente se resistía a irse.
Cuando fue a verme su semblante estaba sumamente demacrado y una profunda angustia ya lo invadía. Después de consensarlo un poco, decidimos buscar ayuda, de tal suerte que decidimos ir a la iglesia en busca del sacerdote, pero éste al solo ver aquella representación en plata del enemigo de Dios, nos exigió que saliéramos del recinto sagrado.
Finalmente cuando todo falla buscas donde sea, y al final terminamos por acudir con una sanadora practicante de la santería Yoruba, cuyo consultorio se ubicaba en la colonia Nopalera.
Ella nos explicó que figuras como esa poseían la vida de quienes las portaban, y todo era parte de un círculo de maldad, y la agravante era que cuando hubiera transcurrido el noveno día con el dije, la vida de mi amigo se quedaría así de mal, que incluso empeoraría a tal grado que el demonio que habitaba la efigie, terminaría por acabar con Abraham....
-"Deben llevarse a este engendro a un lugar donde haya agua estancada, cuando lleguen a ese lugar envuélvanlo en periódico, luego rocíenlo con azúcar, canela en polvo, y sal, para después envolverlo en otra capa de papel de estraza, finalmente pondrán otra capa de sal, y dos piedras que tomarán de ese mismo lugar, coloquen todo dentro de una bolsa de plástico y lo arrojan al agua....después aléjense de ahí y hagan lo que hagan, escuchen lo que escuchen... no miren atrás, este ente tratará de confundirlos"-
-Está bien señora, iremos mañana al salir el sol.....-
-¿ustedes no entienden verdad?.... mañana es el noveno día... será muy tarde entonces.... tiene que ser esta noche....-
Palabras más, palabras menos, pero ahora al menos sabíamos que hacer, acordé con mi amigo que no estaría solo en esto, así que quedamos que a las nueve y media de la noche lo vería en mi casa, para hacer lo que la hechicera nos había encomendado, iríamos al lago artificial del bosque de Tláhuac a deshacernos de aquel artilugio del infierno..
SUENA MUY SENCILLO....
Puntual a la hora señalada Abraham llegó a mi casa, en una pequeña mochila colocamos el periódico, el papel de estraza, y el resto de las cosas.
-¿de verdad vas a venir conmigo?-
-¿qué puede pasar?-
Creo que debí plantear mejor esa pregunta, pues los minutos siguientes fueron una eternidad, que hasta le fecha recuerdo con cierto terror....
En cuestión de tres minutos estábamos ante la malla ciclónica que medio evitaba el paso de las personas al interior del bosque, y sabíamos de sobra por donde entrar, un hueco enorme en la malla, nos proveía la entrada... pero a la antesala del infierno.
Ya estábamos adentro, volvimos la mirada a lo que era la calle en la que yo vivía, y parecía enorme la distancia, cuando en realidad, solo tenía que cruzar una avenida de dos carriles para llegar.
Sin hablar mucho nos adentramos en la obscuridad del bosque, obscuridad que parecía hacerse tan densa que no permitía que nos viéramos ni las manos, sin embargo, armados de valor seguimos caminando, lo más curioso es que en otros momentos habríamos encontrado a alguien ahí, algún borracho, algún corredor nocturno, o una pareja ocultándose en las entrañas del bosque para hacer cosas intimas, pero esa noche, como un acento macabro, no había absolutamente nadie en aquel lugar, incluso los perros callejeros parecían no querer involucrarse con nosotros.
Sin embargo seguimos con nuestro andar ya que eran como trescientos metros los que nos separaban de llegar a la laguna.
Los andadores eran de lo más azarosos, caminábamos como podíamos pues no nos había dado tiempo de hacernos de una linterna, subimos una pequeña loma y al llegar a la cúspide pudimos ver el reflejo de la luna en el agua del lago...
-Ya estamos cerca....-
-Si....-
Seguimos caminando entre la maleza, y por fortuna encontramos un andador... ese nos conducía directamente al cuerpo de agua... y en ese punto fue cuando todas la fuerzas obscuras se desataron.
Mientras caminábamos podíamos escuchar como si alguien viniera tras de nosotros, los arrayanes que delimitaban los bordes del andador se movían, y si, quizás eso se le podía atribuir al viento, solo que en ese momento comenzó a sentirse un calor sofocante, sin alguna corriente de aire a la que pudiésemos achacarle aquel efecto.
Escuchamos los pasos tras de nosotros, en algún momento escuchamos tambièn una respiraciòn cerca, como si hubiese alguien oculto entre la maleza, esperando algún momento idóneo para atacarnos.
Faltando como veinte pasos para llegar al sitio donde dejaríamos a aquel ente, el terreno ya estaba un poco más despejado así que ya se veía muy bien el agua estancada.
-Ya está....-
Creo que hablé demasiado pronto, pues en el momento en el que dimos un paso, una enorme ave, que yo no me atrevería a decir si un buho o que.
Salió volando, así, simplemente salió de la nada y lo que si me atrevo a decir es que aquel pájaro trató de embestirnos, pasó cerca de nuestras cabezas, como queriendo que nos alejáramos de ahí.
Luego emitió un sonido, que cualquiera habría interpretado como un graznido pero no, Abraham y yo sabemos lo que escuchamos, esa ave se rio de nosotros, y yo aún recuerdo esa risa, como la emitida por un humano o peor aún, la de un demonio.
Pero ya estábamos ahí, habíamos pasado el punto de regreso seguro hacía varios minutos. Era hora, hora de terminar con eso que estaba secando la vida de mi amigo,
Pusimos una capa de periódico en el suelo, y esta flotó en el aire por unos segundos para luego salir volando llevada por una especie de corriente de viento, así que después de eso coloqué una segunda capa de periódico en el suelo y la sostuve con ambas manos, Abraham puso el dije.
Comenzamos a espolvorearlo con el azúcar, la sal y la canela, al envolverlo, vimos con cierto terror, como el periódico comenzaba romperse, mientras el calor se había vuelto más que sofocante, insoportable y el sudor nos escurría por el rostro.
Asì que nos apresuramos lo más que pudimos y por fortuna al poco rato, la cosa ya estaba envuelta y lista para ser sepultada en una tumba subacuática, y así simplemente, la arrojamos al agua, y después de transcurridos unos segundos ya no la vimos, el lago había hecho su trabajo....
ESTO NO HA TERMINADO....
Cuando inicias una guerra, a veces lo más importante no es solo combatir, sino regresar a casa sano y salvo aunque por supuesto que esa suele ser la parte más complicada, y esa era una lección que estábamos a punto de aprender.
Tal como nos lo había dicho la señora, una vez que aquel artilugio del mal se hundió en la laguna, este trató de confundirnos, de hacernos perder la cordura.
Primero pudimos observar algo moverse entre las turbias aguas, algo como la cabeza de una persona que trataba de nadar hacia la orilla; naturalmente era el momento de salir de ese lugar, por lo que con mucho miedo, mucho temor a ser atacados a mansalva, dimos la media vuelta, ofreciendo nuestra espalada a aquella cosa.
Después comenzamos a caminar en dirección a la salida orientándonos por las luces de nuestra cuadra que brillaban a lo lejos, más a cada paso que dábamos podíamos escuchar las pezuñas de un caballo o quizás otro animal, seguir nuestras pisadas.
Tratamos de apretar el paso pero esto fue totalmente en vano, esa cosa, lo que quiera que haya sido continuaba tras de nosotros, podíamos percibir su respiración cerca del rostro, mientras un olor a azufre y a huevo podrido, se apoderaban del ambiente.
No se si solo seguí mis impulsos, pero era demasiada la presión y en dos ocasiones al menos, estuve a punto de voltear hacia atrás.
Caminábamos tan rápido como la obscuridad nos lo permitía, pero también escuchábamos como si algo se moviese arrastrándose en el interior de la tierra, algo que por cierto siempre estuvo a unos pasos de ventaja con relación a nosotros.
Sentíamos como si entre las filas de los arrayanes alguien o algo intentaba tomarnos por los pies para hacernos caer.
Finalmente cuando algo tocó nuestras espaldas, ambos salimos corriendo, escuchamos una especie de risa nuevamente y buscamos desesperadamente la salida de aquel sitio.
No se que pasó, ni como pasó, lo cierto es que nos desorientamos, y al correr yo me separé un poco de Abraham, escuchaba pasos tras de mi, pero no sabía si eran los de él, o lo de esa cosa que nos perseguía.
Pero lo peor fue cuando llegamos al punto donde creíamos que estaría el hueco en la malla ciclónica por el que habíamos entrado, pero no estaba, y así estuvimos buscando una forma de salir, hasta que finalmente a tientas, localizamos un punto donde la rejilla permitió que la levantáramos y pudimos escapar.
Con rasguños y golpes, llegamos a mi casa, y solo entonces, dejamos de escuchar todas esas cosas, nunca sabremos que sucedió en cuanto al tiempo, pues debíamos haber llegado a casa a eso de las diez y media de la noche, pues el camino estaba calculado para veinte minutos máximo, pero habíamos vuelto a las tres de la madrugada cuando toda la colonia dormía, y nunca supimos que sucedió en esas horas....
Jamás entenderemos lo que pasó esa noche, y por temor a que nadie nos crea esta historia ha sido narrada por primera, y quizás única vez, esta noche.
La suerte de Abraham se restableció al poco tiempo, sus pesadillas desaparecieron y casi por momentos pudo olvidar este incidente.
Hasta la fecha seguimos siendo los mejores amigos, sin embargo, pocas veces hablamos de lo sucedido aquella noche... pero a veces pienso ¿a ustedes les han regalado algo similar?
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