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jueves, 5 de noviembre de 2015

VIVIR. Frank LaMora



Hoy estoy feliz, porque el médico me dijo que puedo recuperarme al 100 a base de terapias y un tratamiento. Pero eso no es todo lo que me hace feliz.
El día de mi infarto me marcó para siempre y quiero compartirles el porqué.
Lo último que recuerdo antes de aquello es que encendí el coche porque iría a una editorial, pero me di cuenta que había olvidado un manuscrito en el que estuve trabajando la noche anterior. 
Repentinamente sentí un dolor agudo en el lado izquierdo del cuello, me corrió al brazo y se me fue el aliento. Me costaba trabajo respirar... no se cómo me senté otra vez dentro del coche y entonces se me clavó una horrible opresión en el pecho. 
Todo eso me hizo ver que estaba teniendo un infarto. No me explico de qué modo eché mano del celular y llamé a uno de mis hijos que vive a tres cuadras. Y ya no supe más.
Cuando desperté, estaba en un cuarto de hospital. A un lado de la cama vi a mi hermano, el médico. 
Tenía la misma sonrisa de de cuando éramos chicos y festejábamos alguna travesura a escondidas de mi mamá. Casi se mordía las orejas, y me dijo:
- Te asomaste, ¿verdad?
- ¿A dónde? -fue mi respuesta, aunque todavía no estaba totalmente despierto-
- Al infierno, canijo. Pero no te quisieron allá y te regresaron. ¿Cómo te sientes?
- Como si me hubiera arrastrado un trailer.
-Te trajo Juan Francisco porque tuviste un infarto. 
Y ya puedes ir de rodillas a dar gracias, porque estás vivo de puro milagro. No te podíamos "echar a andar otra vez", nos diste mucho trabajo, pero aquí estás para que sigas dándonos lata.
Rato después entraron mis hijos y cuando los vi, los recordé de bebés, del día en que nos quedamos solos los tres... de la adopción de su hermanita y de su partida al cielo... y lloré. 
Pensé que tenía otra oportunidad. No sé qué quiere demostrarme la vida, pero me alegra que todavía puedo investigarlo. Estoy aprendiendo que no hay mejor momento para disfrutar que hoy, que aun tengo tiempo... ¿Para qué? No lo sé. Creo que para vivir, porque nunca se sabe en qué momento se dejará de SER.
Por eso, como dije al inicio, estoy feliz, porque tengo a mis hijos, a una nietecita, a mis hermanos a los que amo profundamente. También tengo amigos a los que quiero.
Y si mañana ya no despierto, el día de hoy me alegro de que lo sepan.

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