(publicado en la revista Siempre del mes de noviembre de 1970)
Porque cuando todos duermen, otra ciudad se despierta. Las calles se llenan de relatos cuyos actores principales son los seres del más allá.
La luz de la perfecta luna llena, apuñala la oscuridad nocturna.
Es septiembre y aún no se va el calor, ni empieza a golpear el frío proveniente del desierto lagunero. La noche se envuelve con su misterioso traje... y mete miedo. Miedo que se dibuja en los pávidos rostros de los policías que resguardan la seguridad de los noctámbulos. Se refleja en quienes cuidan los intimidantes cementerios. Se siente entre los médicos de las agitadas guardias hospitalarias. Se pasea por los teatros solitarios. Paraliza con sus aterradores ruidos de ultratumba. Corta la respiración e incita a apurar el paso.
Hay historias que no todos conocemos. Mitos urbanos y leyendas que se encienden cuando se apagan casi todas las luces. Sus protagonistas son fantasmas que deambulan por los rincones vacíos, se reflejan en los espejos, caminan y se ocultan en las vetustas casonas y los añosos mesones abandonados.
Cada vez son más los asombrosos relatos que se tejen colectivamente, increíbles para unos, con asidero para otros.
¡Los fantasmas sí existen! Nos dice con estrujante vehemencia el anciano que guía el grupo de aprensivos, pero curiosos que, como yo, vinimos a desafiar la credulidad.
Existen porque aparecen en las voces de quienes, resignados a la presencia de las errantes ánimas, se acostumbraron a vivir con ellas.
En nuestro recorrido por algunos lugares misteriosos de la ciudad, recogí testimonios que describen episodios inexplicables... objetos que se mueven en algún sótano desolado, viejas máquinas de escribir que teclean solas y invisibles tacones que suenan por escaleras. El enigmático carretón funerario tirado por un famélico rocín que recorre los barrios. Una dama de blanco que se pasea por La Plaza de Armas. Otra, también con vestido albo que aparece a la vera de algunas rutas y hasta aborda los vehículos. ¿Será una víctima de algún accidente? ¿Será algún antepasado que volvió para ocupar su lugar? ¿O simplemente algo imaginario?
Hay leyendas de hechos violentos, de crímenes irresueltos, de heróicos personajes revolucionarios, de casas embrujadas o de crímenes atroces. Los relatos se vuelven mitos a la vuelta de cualquier esquina o detrás de los sepulcros.
Están allí esperando a quienes se atrevan a descubrirlos en ésta o en cualquier otra noche preñada de tinieblas.
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