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lunes, 2 de noviembre de 2015

En carne propia. Hasta siempre maestro Christian Perales


Nadie en esta vida puede decir que se hizo a sí mismo, sería egoísta, puès siempre, a lo largo de nuestra existencia tendremos a alguien quien nos enseñará algo, si tenemos suerte pasaremos la vida aprendiendo todo el tiempo, o quizás con más suerte aún, podremos enseñar, dejar nuestros
conocimientos como un legado.
Tuve un maestro que no solo me enseñó y no solo me transmitió sus conocimientos en alta mecánica automotriz, tambien fue un maestro de vida, muchas de sus enseñanzas a la fecha me han servido en el día a día.
Recuerdo cuando la enfermedad tocó la puerta del taller de mi maestro, pues estábamos no solo compartiendo un campo común si no un límite geográfico también, éramos vecinos, pero nunca competimos entre nosotros, de hecho teníamos una estrecha colaboración, ya que si yo no lograba entender algo, él me ayudaba a concretarlo.
A veces en las tardes, cuando las cortinas caían,  las herramientas eran guardadas y los ayudantes se iban a descansar a casa, nosotros le robábamos una horas más al día, a veces para que yo ganara experiencia, a veces simplemente para comer y conversar al calor del dominó, por lo que nuestra amistad crecía día con día.
Pero como a veces sucede, la vida no es perfecta y ahora yo, veía con tristeza como las puertas de su taller estaban cerrada. 
Supe que mi amigo, mi maestro estaba enfermo, pero no sabía nada más, pues ni los médicos que lo atendían tenían una vaga idea de lo que sucedía con él, solo sabían que era su cerebro. 
¿Saben? hay ocasiones en las que me alegro de ser mecánico y no me arrepiento de no haber seguido estudiando la carrera de medicina, aquí tendremos nuestras complicaciones, pero definitivamente nunca lidiamos con la posibilidad de tener que burlar a la muerte.
Nuestros "pacientes" no mueren, y no sienten dolor, por lo cual puedes abrirlos, desarmarlos hasta el último tornillo, sacar todos sus fluidos y nunca morirán, siempre y pase lo que pase habrá algo por hacer para salvarlos.
Los médicos por su parte no tienen esa suerte, el cuerpo humano es la máquina más sublime que puede haber y pese a ser perfecta en funciones y composición, es tremendamente delicada, y basta con un pequeño error para que la vida se desprenda de ella.
Así transcurrió un mes, con esa pena embargándome y con la esperanza cada vez más apagada de que una mañana al llegar, el taller de mi amigo estaría abierto, con autos en su interior y con el ruido de las herramientas trabajando.
Pero èsto no sucedía y tenía que ver como lentamente su entrada se llenaba de hierbas, de pasto crecido, y los grafitis comenzaban a invadir su portón, mientras que cada cierto tiempo, pasaba por su casa para preguntar a su esposa por su estado, pero la respuesta siempre era la misma, seguían esperando para hacer más estudios.
Recuerdo bien la tarde en la que estaba reparando un Dodge Stratus, me había quedado unas horas más, pues ante el cierre del taller de mi amigo algunos de sus clientes habían recurrido a mi y el día había estado muy cargado de trabajo.
Tenìa dos dìas para entregar un trabajo,  así que esa era una de las razones por las cuales me enfocaba a las reparaciones más urgentes en el día y una vez cerrado el taller, seguía trabajando en ese auto. 
Dejé la puerta abierta, pues esperaba que llegara un enviado de la refaccionaria con unas piezas que había encargado la víspera, de pronto en medio del silencio apenas roto por la matraca al apretar los tornillos, escuché la voz de mi amigo:
-¿Ya mero o quieres que llame a un mecánico?-
La verdad traté de disimular la alegría que me causó ver entrar a mi amigo por la puerta, así que seguí apretando algunos tornillos del motor pero sin ser descortés. 
A diferencia de otras veces, mi amigo no tenía puesto su overol azul, pero si su sonrisa...había bajado mucho de peso, estaba algo demacrado y su cabello recién rapado dejaba ver una cicatriz en forma de "u" en su sien izquierda
-Òrale ¡que gusto!....¿cómo estás?...-
-Ya estoy bien amigo, ya estoy bien...-
-Mira... deja termino de meter estos pistones y vamos por algo de cenar....-
-Híjole... me gustaría... pero tendrá que ser en otra ocasión ahora de verdad que no tengo mucho tiempo.... solo vine a verte...y a ver como estás.-
-Ah... bueno... pero ¿volverás a abrir tu taller?...-
-A su tiempo... volverá a abrir, ahora solo necesito descansar...-
-Si... eso me imaginé... y ¿qué pasó? ¿Qué te dijeron los doctores?-
En ese momento me enseñó la cicatriz en su cabeza...
-optaron por operarme....al principio dolió mucho, después sentí miedo pero ahora ya todo está bien.... pero bueno, a lo que vine... me voy a ausentar algo más de tiempo y alguien vendrá a abrir el taller, ahí te encargo si? por favor lo puedes apoyar....-
-Claro.... yo lo hago-
Ya no hablamos mucho, todo quedó como de costumbre entre nosotros, con un apretón de manos y una palmada en el hombro, pero me sentía feliz de ver a mi amigo y maestro nuevamente, después de ello el salió de mi taller y yo me quedé armando el Stratus. 
Pasaron las horas y ya llevaba suficiente avance como para dejar para el día siguiente el trabajo, así que me quité el overol, lavé mis manos y me fui a casa, solo que para llegar a mi domicilio tenía que pasar por la de mi amigo, y al llegar a esta, mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo, una carroza fúnebre estaba colocándose de reversa frente a la casa de mi amigo.
Presintiendo lo peor me acerqué, las coronas en la entrada presagiaban algo que yo ya imaginaba. Al entrar la esposa de mi amigo me abrazó buscando un consuelo....
-¡Se fue... ! ¡¿por que?!...-
Yo no supe que decir, me encontraba en shock, como si todo aquello fuera producto de mi imaginación o de un mórbido sueño cruel. 
De la carroza bajaron una caja con el cuerpo de mi amigo, y abrieron la tapa, yo no se que impulso me movió a asomarme, pero tenía que verlo, tenía que convencer a mi mente de que me amigo se había ido. 
Al asomarme pude verlo, tal como lo había visto en mi taller tiempo antes, recién rapado y con una cicatriz en forma de "U" en su sien. 
Eso no fue lo extraño, lo extraño fue cuando las pláticas incómodas que se dan en los funerales comenzaron a circular, escuchaba murmurar a familiares de mi amigo.
.....-No puedo creerlo.... antier estaba bien....-
-Pues dicen que falleció esta mañana.....-
Se que fue a despedirse de mi, pues tenía varias horas de haber muerto cuando lo vi en mi taller, y por lo que se ahora ya nos siente dolor, como él me lo dijo, ya se encuentra en un lugar mejor..... 
Hoy en día su taller está abierto, pero esa amistad vive en mi corazón, para mi el dueño nuevo del taller solo es un colega... nunca... como mi maestro....

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